Friday, October 24, 2008

Gustavo 33.La edad de Cristo

Gustavo 33
La edad de Cristo
Eso era lo que ese número había comunicado siempre a Gustavo. No sabía porqué, pero desde siempre lo había asociado con ella. Bueno, evidentemente la moral cristiana y la educación católica que había recibido tenían algo que decir al respecto. Y ahora no iba a ir más lejos. No tenía más lógica, simple y llanamente era así. De toda la vida, no tenía porqué cambiar ahora. Y no iba a hacerlo. Ya no le iba a dar más vueltas.

Thursday, December 27, 2007

Gustavo 32. Años tirados por la borda

No, hombre, no. No los has tirado por la borda, los has echado en las alforjas, en los serones, en el morral, en la mochila, en la bolsa de viaje, en la modernísima samsonite, llámalo como quieras, pero no digas que los has echado por la borda. Los llevas a cuestas, y si deseas andar más ligero de equipaje puedes hacerlo, hay muchas de esas cosas que han hecho su servicio, y ya no son necesarias, lo que sucede es que les has cogido apego porque llevan muchos años contigo, pero casi todas son prescindibles. Puedes deshacerte de ellas cuando quieras. Hay que dejar espacio en el disco duro, o comprimir mejor la información, utilizando para ello nuestra mejor herramienta: el cerebro. Eso es lo que K hacía continuamente. En sus propias palabras, la bola nunca deja de girar, es como el mundo, gira sobre su propio eje, tiene su propia velocidad, lo que sucede es que la mente no descansa nunca, ni siquiera cuando el habitante duerme. Hay que hacer lo posible por darle descanso de tanto en tanto, desconectar de lo cotidiano, dedicarse a otra cosa, encontrar la pausa y manejarla, darse un respiro para volver con energías renovadas, con nuevos bríos para encarar lo cotidiano, que es sin duda, la más difícil de las tareas a las que diariamente nos enfrentamos. ¡Que suerte tienen los millonarios!.

Gustavo 31. Agony bye appointment

El deseo inconsciente de acabar hecho pedazos para buscar después quien te recomponga nos acompaña siempre, independientemente de si lo reconocemos o no.

El mar

Quiero ser arrastrado por la corriente

Quiero ser despedazado por el oleaje

Quiero que los restos de mi naufragio

Puedan al fin ser recogidos por ti en la orilla

Quiero que la deriva me deposite en tus brazos

Quiero que tu ternura me recomponga lentamente

Siento que realmente lo has hecho tantas veces

Que sin tu abrazo probablemente no sería.

Y en la oscuridad en la que me siento ahora, esa que es más profunda que cualquier otra en la que me haya hallado sumido; y creo que puedo decir que he habitado otras profundidades, y también que cuanto más profundo es el abismo y más lejos te hallas de la luz, con mayor claridad ves lo que hay a tu alrededor. Parece una paradoja, y sin embargo siento que no lo es; siempre he pensado que lo sencillo es lo realmente difícil de llevar a cabo, y que en la simplicidad está el camino. Por eso sin conocerlo demasiado, siempre me he sentido cercano a la filosofía budista, al zen, porque descansa sobre los principios de la sencillez, que están por encima de todo, que son los que mueven el mundo. Por cierto, ¿habeis oído hablar del efecto mariposa?.

Gustavo 30. La traición del tiempo

Tiempo. Cuanto más esperas para tomar una decisión, peor. Puedes demorarla todo lo que quieras, pero al final, siempre tienes que tomarla. Y cuando decides hacerlo, ya no hay vuelta atrás. Puedes esperar, darle vueltas, buscar ayuda o consejo, tomarte todo el tiempo del mundo, pensar que ya decidiste anteriormente, fingir que no te has dado cuenta, hacer lo que quieras, a sabiendas de que no hay vuelta de hoja. En el fondo tu corazón ya lo sabe, y tú prefieres ignorarlo. ¿De qué te sirve prolongar la agonía?.

Ah, por cierto, como decía el psicólogo William James, no tomar una decisión cuando tienes que hacerlo, es de hecho una elección, acertada o no. así que todas las opciones están abiertas. Pero no te olvides, nadie te manda, nadie te dice lo que tienes que hacer. Tú decides siempre. Que no te engañen. Y ya que tomas tus propias decisiones, haz lo que debas, haz lo que creas que tienes que hacer. O no. Pero hazlo tú.

Gustavo 29b. Irrecuperable

Exactamente igual de irrecuperable que todo el tiempo perdido lo era la energía desperdiciada, los amigos y los enemigos perdidos en el camino, ahítos de lucha, distraídos y confusos por la multitud de elementos ajenos a ellos que creían controlar cuando pensaban con mayor claridad, ayudados por substancias que no supieron utilizar, y que les producían sensaciones que realmente nunca llegaron a asimilar, como quisieron creer. Simplemente las usaron al límite sin límite, -quiero más, lo quiero rápido y lo quiero ya, ahí lo tienes, y ahora qué, tú mismo-, porque lo desconocían todo sobre ellas, e hicieron un mal uso, incontrolado. Pensaban que solo servían para ir de fiesta, cuando debían haberlas usado por la fiesta. Gran diferencia, craso y grave error. Y error grave se paga caro. Con la vida, en según que ambientes. Es muy delgada la línea que separa la realidad de la ficción, tan delgada que es muy difícil caminar sobre ella, requiere un gran dominio y ello no impide que a veces sin darte cuenta estés en el lado contrario y sin vía visible de retorno. La imagen que me acude a la cabeza siempre que aparece el tema, y creedme, -aparece muy a menudo en este trabajo-, es la del caracol deslizándose muy despacio por el filo de una cuchilla de afeitar, con gran cautela y a la velocidad adecuada, -de manera que nunca se corta- y con la casa a cuestas. Gran sobreviviente.

Exactamente eso es lo que sucede en el lado salvaje de la realidad, donde se juega tan al límite que en vida te lo estás jugando todo, hasta lo más sagrado. Y hay gente por ahí que no lo sabe. Y mejor que no se enteren nunca. Porque entonces ya no se creerían las películas de acción, ni las de ciencia ficción, ni las de terror. Se darían cuenta de que la frase "la realidad siempre supera a la ficción" es absolutamente cierta. Twins Peaks era una gran serie, pero a la gente le costaba creerla. Y es que ni el investigador del FBI parecía investigar ni se preocupaba de nada que no fueran básicamente sus sueños premonitorios, los fantásticos abetos fronterizos y la tarta de cerezas de la cafetería del pueblo. Curiosamente, en esa época hubo muchísima gente que la entendió, y aún mejor, los que sin entenderla sabían que era muy real, mucho más de lo que parecía. Bravo por ellos. Si gustas de lo prohibido... al menos deberías saber que la velocidad puede resultar indigesta y peligrosa. Recuerda al caracol.

Gustavo 29a. Irreversible

Irreversible e irrecuperable, esos eran los mayores problemas que surgían al encarar el concepto de tiempo. Cuando te das cuenta de eso ya no vuelves a pensar como antes. Es algo absolutamente imposible. Y, por supuesto, intentas darle otro sentido a las actividades que ocupan tu quehacer diario, organizarte de otra manera, reflexionar cada día sobre lo que has hecho y lo que tienes pensado hacer, priorizar lo realmente importante, organizar el ocio. Y sobre todo, no perder, desaprovechar, o malgastar el tiempo nunca jamás.

Gustavo 28. Luchar

Luchar no era lo más importante. Nunca lo había sido, ni lo sería, pero era una parte importante de la vida de Gustavo. Quizá porque durante mucho tiempo no había querido hacerlo, y no es que ahora lo rehuyera, sino que no lo eludía. De manera que las cosas habían cambiado de forma bastante radical. El entorno lo había captado, y K se sentía más valorado y respetado, casi me atrevería a decir que temido. Y en el diario eso era muy importante, pues hacía que todo resultara más fácil, ahora no le hacía falta preguntar, tan sólo necesitaba hablar, y las respuestas surgían, puesto que la mayoría de sus confidentes reconocían en él a alguien que de una manera u otra iba a sonsacarles lo que quisiera averiguar. Así que más tarde o más temprano se rendían ante la evidencia y acababan por claudicar. Tampoco estaba interesado en investigar casos de medio pelo, como hizo en sus inicios como detective de la vida. No estaba para eso, ya que ahora sabía lo que antes solamente había intuido. Y desde luego sabía que el tiempo no pasaba en balde, y que además era algo irreversible e irrecuperable.