anexo26a.7/588cd'e
sensación
no acción
Aquella sensación lo invadía todo,
hasta el último rincón de su cuerpo era tocado por ella,
venía de dentro.
No era en absoluto ajena,
es más, la conocía perfectamente,
aunque tal vez sería más acertado decir que la reconocía,
pues sabía que nunca se repetía exactamente igual.
Era algo engendrado en el interior,
que aún necesitando buenas condiciones externas
surgía exultante e imparable,
de manera que se sentía magnificado por ella.
No tenía nombre, hubiera sido absurdo ponérselo
ya que los tenía todos.
Era todos los amigos,
todas las mujeres,
los mejores momentos
y la mejor música,
todo ello concentrado,
emergiendo de dentro hacia fuera,
lento o arrollador según conviniera.
Sabía entonces que las cosas más insignificantes
adquirían la fuerza que las convertía en el motor de todas las cosas.
Parecía difícil transmitir la idea que aquello le proporcionaba y sabía al mismo tiempo que era totalmente innecesario. Aquel que lo reconociera sabía perfectamente de que estábamos hablando, y para él todas las explicaciones estaban de más. Al resto de los mortales todavía no les había llegado la hora de la clarividencia, de manera que sólo les estaba permitido el disfrute de placeres más tangibles y materiales, pero pobres a los ojos de los experimentados.
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