Gustavo 7
El motor
El alcohol era el motor de todo lo bueno y lo malo que le había acontecido a Gustavo en determinadas épocas de su vida. Y llegó, y llegó de la mano de Cuba, y nadie sabía como eso era, pero él estaba claro, él si sabía lo que estaba pasando, él era perfectamente capaz de adivinar las historias porque las había intuido y previsto antes, las conocía de atrás, todo lo demás era una excusa, una gran mentira que llevaba años contándose a sí mismo y a todo el que quería escucharlo, y la verdad era que iba a tener que esforzarse para conseguirlo. Y no iba a ser fácil. Nunca lo había sido. Además, ya no estaba dispuesto a luchar para que lo entendieran; la etapa del buen samaritano quedó atrás, y la de la barricada también. Ahora primaba el egoísmo y la realización personal. Si bien es cierto que ese no era el estilo de Kurdeski, también se ha de reconocer que ya era hora de anteponer la resolución de su propia vida a la de los demás. Se lo debía a sí mismo.
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