Thursday, March 1, 2007

Gustavo 14. La buena música.

Gustavo 14

La buena música

Esa es otra de las cosas que vuelven loco a Gustavo, además de las mujeres, pero de eso ya hablaremos más adelante. La música no es más que una excusa para explicar porqué a Gustavo le gusta que sus asuntos estén bien afinados. Es como si cuando todo va bien se oyera una música de fondo indicando que todo va sobre ruedas. Siempre que Gustavo tiene que averiguar algo, escoge los bares que ponen la música que a él le gusta; si le desagrada el local es que ni va, sabe que ahí no sólo no hay nada que investigar, sino que además se tiene que comer un marronazo musical de los que no aguanta ni borracho. En cambio hay otros lugares en los que no le importa pasarse las horas muertas, y a pesar de no enterarse de nada, está encantado de la vida. Y en esos raros lugares donde ponen buena música, es a donde normalmente va la gente más interesante, y donde va la gente más interesante es donde se suelen cocer las cosas que a Gustavo le gusta investigar. Y si a pesar de todo no consigue la información que anda buscando, por lo menos conoce gente, y de paso se pone al día musicalmente hablando. Es realmente curioso la cantidad de gente que se puede llegar a conocer en una sola salida nocturna bien aprovechada. La del último día fue espeluznante, primero al garito de su colegas Sukia y Hamet, un lugar que siempre depara sorpresas, donde siempre te encuentras conocidos curiosos a los que hace tiempo que no veías, pero que al momento lo comparten todo, para automáticamente pasar a disfrutar el momento con suma naturalidad. Nadie olvida un rostro o una mente que le ha llamado la atención en el pasado. El grupo se completó rápido con algunos camareros y allegados para hacer una excursión rápida por el Raval barcelonés y por el Chino. Hacía tiempo que K no se corría una farra lejos de sus locales habituales. Y ni te digo desde que no se metía en el Kentucky, antro donde los haya, antiguo refugio de la flota norteamericana cuando sus marinos todavía recalaban en Barcelona para emborracharse e ir de putas. Y que personal que corre por ahí, además del altamente recomendable, y que debe ser buscado con solvencia y constancia, -para encontrar un diamante en bruto hay que remover muchas toneladas de mierda-, así que evidentemente no es nada fácil. Y sin embargo Gustavo tiene la rara habilidad de convertir en decente casi todo, y lo peorcito del lugar mejora de manera notable pegado a Gustavo. El quizá no sea consciente, o quizá sí, pero no hay ninguna duda de que realmente es un catalizador, un imán que atrae lo más interesante que pulula en el lugar en el que se halla.

Gustavo 13. Pantalla nueva.

Gustavo 13

Pantalla nueva

Casi todo esta en su sitio otra vez, y lo más curioso es que Gustavo no ha necesitado desquiciarse demasiado para saber que ha pasado una pantalla más, que ha superado otro nivel, para decirlo en la terminología actual, que es la de las consolas de videojuegos. Kurdeski sólo juega con los mejores materiales, por eso actualmente navega con X-Box, que además tiene otras prestaciones, como el dvd, que es el futuro más inmediato. No es que se vaya a acabar el cine, ni el vídeo ni nada por el estilo, -cada cosa tiene su encanto, y el del cine es tan evidente que no es preciso comentarlo-, es tan sólo que hay que estar a la última para que todo funcione a la perfección, si no utilizas la tecnología te vas quedando atrás irremisiblemente. Y eso es lo que Gustavo estaba haciendo últimamente. Volver a actualizar su base de datos, un arduo trabajo que ocupaba gran parte de su tiempo, el resto se le iba trabajando, -ya era hora de que el trabajo le obligara a dedicarle su tiempo-, esa era una muy buena señal, y quería decir que realmente estaba satisfecho de lo que hacía y que además quería hacerlo bien. Ese era el Gustavo imparable que disfrutaba haciendo las cosas lo mejor posible, el que disfrutaba viendo los resultados, incluso cuando no eran del todo satisfactorios, lo cual aún le motivaba más. Pero eso no era todo, resolvía todo lo que se le ponía por delante con una solvencia que le resultaba familiar, sin tener que realizar ese esfuerzo extraordinario que, a la larga, siempre resulta fatal, puesto que pasa una factura realmente importante, tanto física como emocionalmente, y acostumbra a dejar secuelas. Ese un motivo para estar más que satisfecho. Así estaban las cosas.